Introducción para el blog:
Una voz joven se abre paso entre palabras, libros y
emociones.
En este testimonio, compartido desde la intimidad de una
conversación, una muchacha revela su mundo: su familia, sus sueños, sus dudas,
su vocación de maestra, y su firme deseo de dignificar el oficio docente. Entre
risas, recuerdos, ideales y confesiones, late el espíritu de alguien que quiere
transformar su realidad con ternura, lectura y coraje.
Publicamos este texto como un canto a la esperanza, a la
juventud que sueña y a la educación como fuerza liberadora.
Aquí, donde se mezclan la cerveza, la risa, la lucha y el
amor, se alza la voz de una futura maestra que no ha dejado de creer en la
dulzura, en el pueblo, y en el poder del conocimiento.
-Mientras comemos el pollo, podrías contarme algo de ti, por
favor.
-¿Qué contarte?
-De ti…
Bien, ahí va… mi hermana estudia en Bolivia, y me dice:
Brujis. Es interesante. Le gusta la Medicina y en eso está preocupada. Es
bonita y, sabes, es más gordita que yo.
- ¿Y tiene tu
misma naricita?
- ¡No!- Malo…
Cuando llega de Bolivia y me pregunta sobre mis estudios y
quiere saber si tengo enamorado. A veces, me pongo rojita, y me dice:
- ¡Ah,
picaroncita..!
Me tumba sobre la cama, me hace cosquillas, se sube sobre mí
y terminamos en el suelo en una sonata de risas y palmadas.
Mi madre, con su delantal blanquito, abre la puerta del
dormitorio. Nos ve en el suelo, grita con una alegría de madre cariñosa. Nos
paramos rápidamente y la abrazamos y la despeinamos con nuestras manitas
risueñas. ¡Qué calor de hogar!
Mi hermano, es odontólogo. Recién ha abierto su estudio.
Tiene pocos clientes, pero es un amor de dentista, porque aun sabiendo que
necesita dinero para comprar sus libros no cobra a sus clientes que no pueden
pagar a un especialista en salud dental.
Yo seré como tú lo sabes una profesora de Comunicación.
También me he dado cuenta que mis familiares consideran a los profesores, como
simples profesores. La sociedad ha satanizado al Magisterio. Califican a los
profesores como borrachos, mujeriegos, ganapanes, etc. Pero yo no creo lo que dicen y, por eso, se me metió el
demonio en mi orgullo y dije, yo seré profesora. Marcharé con el gremio por las
calles gritando con toda mi alma: SUTEP. Pediré que reivindiquen en lo social y
económico al Magisterio peruano. Leeré y siempre leeré. Compraré buenos
periódicos y revistas. Concurriré a las conferencias, a los congresos
literarios. Conversaré con los escritores. Llenaré mi alma con dulzura y amor
por mis alumnitos. Visitaré lugares históricos. Me encanta ser libre como el
aire y libre para contagiar a los demás. Me encanta quererme y por eso doy todo
para quererme. Sufro por los niños más pobres que yo. Leí sobre la gran labor
que desempeñó Espartaco por sus hermanos esclavos. Gran amor que todo profesor
debe sentir por su pueblo. He caminado de la mano con los sofistas. Amo a
Sócrates con la fuerza de mi espíritu. Conozco la tarea pedagógica del
Medioevo, sus Liceos, sus universidades. Su bendita religión y su maldita
guillotina. En mis ojos tengo las imágenes de la revolución francesa y rusa.
Igual se me presentan en las noches cálidas los sonidos de los tambores de los
conquistadores: Inglaterra, España, Alemania… He leído a Mark Twain,
Dostoievski, Shakespeare, Unamuno, García Márquez, César Vallejo, etc. Pero,
sabes, me falta mucho, mucho… creo que me estoy volviendo pesada, ¿verdad?
- No…jamás…
- Otro día te
cuento de mis enamoraditos, si tú quieres…
- ¡Qué bien se
toma cerveza conversando..! – se colgó de mi chalina, y me tragué su aliento.
- ¡Ah, y te
contaré cómo me gustaría que me hicieran
el amor…Ahora yo me siento mal que esté en este estado y bebiendo con una
persona muy adulta, pero yo te aprecio y me encanta estar contigo. Verdad. ¿No
me crees, verdad?
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