martes, 29 de junio de 2021

 

KARINA, Kafka te diría que has hecho de mí un

Angel perverso, un Gregorio Samsa.

Recuerdo cuando niño me llevaba mi madre de las manitas para

Iniciar mis primeras letras a una tienda cercana a casa y

Nunca pensé que mi maestra se pareciera a

A ti, adorable mujer.

 

Por las silenciosas noches

Tomo el camino a esa tienda y con mi cartilla bajo el brazo

Rabiando de alegría me acerco a la maestra

Igualita a ti y

Con la inocencia de niño estampo un beso amoroso en su cuello de diosa

I la apretó suavecita hacia mis alegrías

Ahora agotadas y sin colores como moribundo día de junio.

 

Siento que tus plegarias de todos los días por tu familia

En tus lágrimas y alegrías son de mujer

Con ansias de triunfos y que sabes

Llorar en el camino de lucha y

Esperanza y

Nadie apagará la antorcha de tu gran corazón, mujer de Dios.

 

Puedes ponerte ese vestido cautivador de días pasados que fue

Envidia de las mujeres de mi barrio,

Ñaña querida, y, entonces,

Ante Dios te digo que eres la maestra celestial de mis sueños.